miércoles, 30 de diciembre de 2015


 
    Hile y destejí

    Penélope en la noche

   esperaba un himno

   un acierto

   que me trajera las palabras

  era inútil el invierno

  la lluvia desmedida

  de piedad

  era inútil la espiral

 y el incendio

 nada ardía

 era el frío de la muerte

 y era esa mímica

insegura del corazón

en su abandono

No había tiempo

lo hilado era yo

fuera del recuerdo

 

“Adonis: El Poeta en el centro de la visión” por Odalys Interián


Por Odalys InterianHe escogido a un poeta árabe renovador: Adonis, del que sólo conozco su poesía.  Bástame ella para  demostrar ese diálogo de múltiple escritura  donde está el contexto cultural  actual y el anterior.  Es Adonis un poeta de resistencia, resiste  la presión  de la circunstancias, lo que provoca  la conversión  a otra circunstancia distinta,  explicadora y amena. Escribe la poesía de lo contemporáneo.  Adonis siempre frente a lo humano, frente a la naturaleza,  interrogando y siendo interrogado, vislumbrando su herencia, el dolor encarnado de esa “humanidad gimiendo hasta hoy  y estando en dolor justamente hasta ahora”,  Adonis es poeta  por su manera de ver y sentir,  por su   manera de comunicarse.  No siente que ha llegado tarde. Escribe como si estuviera nombrando las cosas por primera vez,  él,  otro Adán,  creando un lenguaje propio para comenzar a nombrar.    Como en muchos poetas, en Adonis escribir  parece ser la gran tarea para sobrevivir. Es uno que sobrevive escribiendo. Su poesía conmueve, va desbordando un hambre y deseo que despierta por medio de reminiscencias  y  una sensibilidad singular a través de poemas que son islas cerradas  donde late el misterio de lo sugerente y una plasticidad simbólica con la que nutre  sus representaciones más íntimas, sacadas de recuerdos,  ensoñaciones o premoniciones.
Voz auténtica la de Adonis, una voz que somete la experiencia a una profunda elaboración  de su mundo interior.  El yo del poeta posee siempre una dignidad esencial,  tanto en el plano verbal como en el de la afectividad, su poesía nos aproxima.  Se ha creado un universo desde la realidad y como él lo ve, es su universo de angustias, desamparos y alegrías. Son sus diálogos con ese mundo circundante, una renovada contemplación que se torna inagotable, y por ello vivificante y deslumbradora.  Una poesía  llena  de contrastes,  de  contradicciones y opuestos: El bien y el mal, principio y fin,  éxtasis y movimiento, vida y muerte, todo llenando su cosmos, las redes de la poesía con una vastedad de imágenes visuales y un surtidor de símbolos.
Hay que leer a Adonis,  es un poeta esencial,  su poesía tiene una dimensión  superior y trascendente, cada lectura es una mirada siempre nueva.  Estamos ante un escritor de verdadera talla creadora, la calidad y autenticidad de su poesía se explica por sí misma, es una poesía de aperturas hacia lo inabarcable e indefinido. Como “un sacerdote agobiado de lenguas remotísimas” abriendo sus campos de palabras y llevando en los ojos su escritura, nos conduce a la experiencia más alta, la del conocimiento de lo que ha vivido en el espíritu,  hacia esa libertad del retorno y nos conduce a los mejores instantes de la poesía.
“Más no hay límite en mí”,  y es una revelación inequívoca de las fuerzas creadoras de sus textos. Su obra es un monumento de plenitud y esplendor en la riqueza de su diversidad  y en la hondura de su visión. Cuando leemos a Adonis los lectores nos quedamos perplejos ante una poética como la suya, lo que siempre ocurre  cuando estamos ante una obra acabada que sobrepasa su propia perfección.
Nada como  sus propias palabras para dejar abierto ese deseo de acercamiento a su poesía:
Los cielos, sim embargo,
al oírlo han alzado su techumbre de lluvia.

y se han aproximado.
Para dejar su rostro
_como verde campana_
encima de nosotros.
Poemas tomados del libro “Canciones del Mihyar el de damasco” de Adonis.

Adonis: El Poeta en el centro de la visión

FOTO ADONIS POETA WIKIPEDIA
Ali Ahmad Said Esber (Al Qassabin, 1 de enero de 1930), conocido por su seudónimo Adonis o Adunis, es un poeta y ensayista sirio.
Según Rimbaud el poeta como vidente, es el que es capaz de situarse en las diversas perspectivas que la realidad ofrece y lograr el acceso al conocimiento que es exclusivo de unos cuantos. En Adonis se ha señalado que lo que de él más interesa es “esa manera unitaria en que el ver se realiza, esa momentaneidad limpia en que se capta el constante decurso de las cosas”.  En Adonis la visión plena,  la agonía del poeta que percibe y padece la descomposición de un mundo y prevé otro. Su poética es la del acontecer, decisivo para el hombre, donde es tan necesaria la restauración del orden y la belleza. Yo diría que la lección mayor de esta poética es  revelar el sentido tumultuoso de la realidad y el eminente progreso a la desintegración, la visión explicadora  nunca alejada de la sentencia que vive el drama humano. Su lenguaje es el del hombre común, pero su carga semántica y de intenciones abren la poesía a una posibilidad de intelección, lleva lo íntimo y lo árabe a un nivel universal. Es nuestro, aprende, interpreta el mundo y lo propone desde la realidad y como él la ve, tanto el lenguaje como la afectividad hace que lo sintamos cerca, cerca y nuestro como Rimbaud, como Baudelaire, Mallarmé y Valéry, tan cerca y nuestro como Catulo, Villón,  Heine o Safo, porque Adonis viene a entregarnos la experiencia de una tradición rica y refinada que aprende el espíritu de renovación en la línea de Whitman:
(Del poema de Adonis: Monarca del Viento)
Yo estoy aquí / las flores acopiando / excitando los árboles
extendiendo los cielos como pórticos / y amo, / vivo /y nazco / en mis palabras.

Yo estoy aquí/ juntando mariposas / bajo el limpio dosel de la mañana
recogiendo los frutos./ compartiendo la noche con la lluvia
en el mar,/ en la nube y sus campanas 
Aquí estoy/ acarreando,/ anclando las estrellas.
alzándome  a mí mismo / en monarca del tiempo
Esto es lo que consigue Adonis esa participación.  Esa posibilidad que va más allá de los límites temporales de la existencia, en él la esencia, esa virtud de una poesía que aproxima y anuncia, junto a una conciencia de continuidad en la tradición, cuya originalidad está en la construcción de lo que narra sin pretender el regreso al tiempo primigenio. Pero que desde allí germina,  desde allí retorna. Donde la palabra no es el centro de la percepción estética, sino la imagen. Es esta una poesía de aperturas, la fuerza trascendente que escapa a toda visión estéril, en ella lo trascendente, iluminado e iluminador. No es el lirismo de la ensoñación, indaga y recrea los tiempos recientes o más próximos, el texto como conocimiento de lo desconocido, se inserta, revela su ser en el mundo. El hacerse a sí mismo, ignorando la conciencia de la inmensidad. Esa resistencia a la presión de la circunstancia.  La conversión a una nueva circunstancia explicadora y amena. Nos ha enseñado que la vida no es sólo la imagen de la realidad, y aunque en ocasiones nos convence de nuestra impotencia y fragilidad, de que estamos solos y desamparados, como Odiseo  viviendo en una tierra sin retorno, en  una tierra sin tiempo,  desde la desesperanza, el poeta nos anima y  alienta.
La exaltación de la imagen del hombre, que alaba la perfecta batalla, el diálogo con la naturaleza que lo trasciende. Indaga, nada tiene el poeta más que el verso y una sangre joven que corre con los cielos y la tierra. Ofrece una celebración a la memoria, a la memoria ejecutante en su dimensión temporal presente, reconoce el ayer que sirve al hoy.
En el discurso de la vida está también la rememoración a ese vacío que es la existencia, la impotencia que es la muerte. Tras la mirada del poeta,  el frío yacer, el silencio, el presente sin vida, y el recuerdo del padre que murió cual las nubes en agraz y con el rostro cual vela desplegadas, el recuerdo familiar siempre abierto a la tristeza:
Hay un puente de llanto / que camina conmigo,
y que, bajo mis párpados se rompe / En mi piel de cerámica,
un jinete infantil / que anuda sus caballos
Con los cables del viento, / las sombras de los ramos,
y que con voz profética nos canta / 
¡Oh vientos¡ / ¡Oh niñez¡
¡Largos puentes de llantos / tras los párpados,  rotos¡
Un hombre  que busca con avidez su propio centro, para encontrar lo disperso y lo agónico, el desamparo, la soledad íntima que sólo puede ser disimulada en la convivencia enmascarada.  En el poema  Sin que me vean tus ojos, hay la soledad del poeta, anunciada de manera rebelde;
No me han visto tus ojos / Tan virgen / Como el agua creadora de la linfa 
No me han visto / Lentamente / Viniendo / Desde allá
En medio del cortejo de holocaustos / Con el rayo y la hierba entre los pies
Y mañana…/ Mañana / En el fuego y la dulce primavera
Sabrás que voy matando la manada / Que transporto la semilla.
Y en mí crecerán tus ojos / Mañana       sí  mañana
Fuertemente influido  por las vanguardias, tan importantes en su formación y en su escritura. Esa tradición conforma su ámbito espiritual  y su evolución creadora.  En  especial el tono conversacional de sus textos y la imagen del hombre contemporáneo. Una escritura que parece estar liberada de una preocupación estética descriptiva, lleva en sí la brevedad del texto y una extrema tensión que vincula la poesía a la palabra. Efectivamente su poética supone una verdadera renovación. No necesita la metáfora convencional para revelar el mundo,  basta una simple enumeración,  una simple ruptura y “la disolución del poeta en los poetas, del poema en los poemas” una de las tesis que defendía Octavio Paz.
La desesperanza,  la falta de fe,  de sentido, Adonis lleva al seno de la poesía su mirada propia personal y a la vez colectivista  de  la circunstancia. Como en el libro de Job,  sus palabras sobre el destino “del hombre, nacido de mujer, de vida corta y harto de agitación”  donde también la idea de Dios está fusionada con la esencia del hombre; asumida con ironía. Y refleja Adonis  la pérdida de valores religiosos tradicionales. Como Nietzsche,  Baudelaire, y Rimbaud también es heredero del pensamiento romántico,  como en todos ellos,   la negación para afirmar;  como en ellos,  el rechazo de  los valores,  para proponer valores   propios y distintos, como en ellos en Adonis una anti sociabilidad que tiene un propósito eminentemente social:
Mi rostro sobre el vidrio de la lámpara
Mi mapa es una tierra sin creador
La negación de todo mi evangelio
¨La muerte de dios¨ anunciada por los profetas modernos del ateísmo, ha saturado la poesía. Pero lo que en Adonis  se niega es el rechazo a la espiritualidad, hay necesidad de un nuevo Dios,  un Dios que salve del horror y la hipocresía,  un nuevo Dios que no separe ni divida, sino que una y reconcilie,  aunque diga:  Al Dios enflaquecido lavaremos con la sangre del rayo…. Hilos sutiles tenderemos entre el largo camino y nuestro párpado, la imagen incompleta del mañana. Un  mañana que es anuncio,  un anuncio que revela: Tal vez en el terror y en la ruina, en la desesperanza y en la estepa, de mis entrañas surja el nuevo Dios.
El aislamiento obligatorio, lo lleva a crear un universo particular, el cultivo de sí mismo, como el supremo contestatario:  ¡Cuántas veces recé al señor obstinado, y a los frutos ¡Cuántas veces nutrí con mis ojos  el hambre de los árboles¡ ¡Y cuántas caminé por mis pestañas rotas¡ A un encuentro, A un abrazo pagano.  Yo, Dios, el día en ruinas.  El poeta inmóvil, mudo, en perpetua vigilancia. Distante de Dios y de cualquier redención. En el centro de la visión, ya no como quién contempla el suceder.  Él el que padece la ausencia, él que sufre en la noche y la soledad, el que siente que todo es silencio: “No hay palabra. Como si fueras humo, como si fueras días, tu piel está cayendo en un lugar y tú en otro quedándote. El poeta como protagonista, en el texto; la presencia del poeta, la presencia levemente angustiosa que vuelve en el verso una y otra vez,  en diálogo con el entorno, con la memoria, con su destino final.  Un mundo que se integra inconscientemente en la  multiplicidad de su ser.  Un universo.  Luego la visión sin límite.  La realidad incontaminada para seguir el rastro de la vida. Luz y  oscuridad  son más que símbolos para narrar lo indefenso del hombre y a la vez su trascendencia. El poema se convierte en diálogo descifrador de la vida, en testimonio del suceder y la búsqueda. No hay la placidez en las visiones, el placer es fugaz, es apenas un destello.  Es  la lluvia, o el amanecer, es lo bello, pero es imposible la alabanza, por el arduo batallar de las circunstancias  y sus preguntas. Los temores que acompañan al poeta  y  sus obsesiones.  Irse y regresar. El viaje  como alternativa. El volver  al punto de partida.   Cuando todo parece desmoronarse quedan las imágenes en “un mundo que viste el rostro de la muerte”.  Las imágenes liberándolo de la pesada carga, “para enterrar el día asesinado y vestir los vientos del desastre, el mañana donde agitaremos nuevamente las palmas de las manos” Adonis no es poeta de la desesperanza, desde el dolor hay un reclamo a las más poderosas fuerzas del hombre, a su condición terrestre, amén de lo que nos digan en una primera lectura sus textos, es una exhortación a rescatar la esperanza.
Avanza en un clima de nueva escritura siempre interrogándose, sangrando  una limpia canción para la herida. El vínculo consiente con su raza, su ideario nómada: “la tierra como lecho,  la tierra que es esposa, una tierra que se alza y traiciona, nos dice: una tierra en mis venas espiada.”
Deja fuera lo racional y diurno para acentuar esa soledad.: “Grito para estar cierto, de que me encuentro solo las tinieblas y yo.”  Velas que se apagan, el poeta ama la oscuridad que resplandece ante la palabra desnuda:   “él prefiere quedarse en la penumbra, quedarse en el secreto de las cosas”  la intimidad del yo con el entorno, –“en la transferencia de las cosas—transportando la punta del día, los años que se aceleran con el feto virginal”.
Estos sus elementos definidores: La desolación, la conciencia de la muerte, la cotidianidad, cierto tono coloquial, las imágenes con las que logra expresar la incomprendida realidad.  Poder de síntesis con la seguridad de quién conquista la imagen poética. La palabra que sugiere, deshecha los adjetivos, es poesía del verbo, del sustantivo, despojada de adorno, sencillez que no renuncia a la profundidad, en ella lo ingenuo y lo maldito,  sencillez y elegancia para declarar su mundo más cercano.  Ese es el hallazgo, la saturación que nos empuja a los días nuevos, su fascinación por declarar lo universal desde lo íntimo. Su poética aunque a veces es reflexiva no tiene pretensiones  filosóficas, su fuerza renovadora está en consonancia con la percepción de una estructura convencional que es preciso anular en busca de otras relaciones,  la realidad alcanza una jerarquía.
Vive,  conduciendo los años a la espera de un barco que abrace la existencia, que se hunda en el vacío. Igual que si soñara, igual que si marchara sin retorno”  Asediado,  escribe sabiendo que no queda luz sobre los párpados, que nada,  ya poseen, el sentido del polvo solamente. “Escribe,  y se sienta a la espera de su olvidada cita”.
Podemos hablar de atemporalidad en Adonis.  Es el poeta frente a un mundo  donde encontramos lo imperecedero, sus imágenes de deterioro son también a un mismo tiempo imágenes de resistencia, inmemoriales y permanentes. Una obra de angustia y a la vez llena de esperanza, iluminadora y auténtica en la intensidad de la palabra que siempre nos acompaña. Partidario también como los poetas de los que se ha dado a llamar “poesía de la existencia” cómo las obras de Rilke y Celán, en su obra,  esa melancolía jubilosa y triste, la angustia ante la existencia privada de razón, nos define profundamente, la ineptitud para tolerar sus condiciones, el horror de la condición carnal. Rebelión alcanzando universalidad, nos convence de que siempre hay algo que hacer, que siempre hay algo que merece ser defendido, y ya no es el individuo en su lucha: es el hombre. Pero hay inseguridad, sea o no sea el acontecer inmediato del poeta, quiere rescatar sus memorias, su identidad, escribe con una claridad que es al mismo tiempo imprecisa, una lírica personal cargada de recuerdos, ensueños, premoniciones y presentimientos,  siempre estará entrando en una angustiosa penumbra. Pero habrá un regreso siempre a la escritura, vivir otra existencia, poetizar la memoria. La única solución es morirse escribiendo. Sus lecturas nos despiertan resonancias y estados de ánimos. Valorémonos la hondura de sus significaciones, encontraremos en sus textos belleza y angustias.  El estremecimiento de lo que el poeta ha visto en sus meditaciones, quedará como un ejemplo de la posibilidad de las palabras y de la sensibilidad de la razón.  La visión de la realidad y sus más perdurables estados emocionales:
Deseo arrodillarme  / quiero rezarle al búho de alas rotas
A la braza / A los vientos, /Al planeta en los cielos detenidos / A la muerte / A la peste
Quemar en el incienso / mis días blancos,/ mis cantos, / mi cuaderno.
La tinta y el tintero / Rezar a cualquier cosa / Que ignoré que es rezar
Adonis celebra, acumula para describir, sabe el misterio de la insinuación. La certidumbre de las profecías. Con palabras nuestras, invita. El sentido de lo universal prevalece.  Dice lo que ve y recuerda, no sermonea, se desborda,  muestra toda la potencia, muestra que el lenguaje no es sólo palabra, que  es también silencios. La palabra trasciende con sus  ecos y música,  y es también  resonancia. Eso nos  demuestra  Adonis.  Que hay inmortalidad en los seres finitos, y que es eterno el comienzo. Siempre habrá un empezar, un volver, un avance.   Porque  eso es la poesía: recomenzar siempre.
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Odalys Interian1Odalys Interián.  Nació en la ciudad de La Habana. Poeta, narradora y crítica. Impartió en Cuba varios talleres de creación con niños y jóvenes, y por algún tiempo el taller de adultos Olga Alonso, de san Miguel de Padrón.  Durante su carrera literaria ha recibido importantes premios, entre los cuales figuran: Premio en los talleres municipales y provinciales los géneros de décima, poesía, cuento y ensayo. Primera mención en el Francisco Manzano 2004 y en el Alfredo Torroella 2005. Premio ene l concurso “Soy el amor soy el verso 2005”, además de la primera mención en el 2004 en ese mismo concurso. Premio en el concurso nacional Camello Rojo 2005. Premio en el concurso Alfredo Torroella 2006. Mención especial en el concurso Juan Francisco Manzano del 2006. Poemas suyos aparecen en varias antologías dentro y fuera de Cuba, “Espacio Mínimo”, “Cuba 2008 y Nacieron en La Habana”, Ecuador 2009. Además de un cuaderno publicado por la editorial Extramuros 2008. Graduada del Diplomado Historia y práctica de la creación poética 2007.

¿Le gustaría saber cómo y por qué se escribe poesía? por la poeta Odalys Interián


UNA INVITACIÓN A LEER POESIA

Por Odalys Interian
libro-de-poemasNada revelara más sobre qué es poesía, que un libro de poemas. Un libro de poesía dice más que todos los tratados de teoría.  Como acertara a decir T.S. Eliot: “Las teorías del poeta deben  fluir de lo que escribe y no lo que escribe de sus teorías”.
La crítica es inseparable de la poesía, y esta hace  de la crítica una negación. La poesía le impone a la crítica una tensión más severa, es tan maravillosa que ningún instrumento sirve para medirla, mucho menos un juicio individual o colectivo podrá jamás encasillarla o  definirla. Y es tan difícil dominarla con una mirada. Hay tanto misterio y tanta hondura, tanta sinergia y racionalidad, tanta luz y tanto universo. Todo argumento crítico tiene algo de ficción, también la poesía. Todo vuelve al verso conciliándose a la naturaleza que en el poema perpetuamente crea y recrea, mata y resucita las realidades nuestras. El único logro de la crítica se ha dicho que es que nos ayuda a enfocar la mirada y el oído.
¿Le gustaría saber cómo y  por qué se escribe poesía?  ¿Quiere acercarse al ser, y descubrirse usted mismo?  ¿Quiere aportarle  a lo escrito su experiencia y vivencia? Lea poesía, la que le guste, o la que lo emocione; pero  lea despreocupado, no trate de descifrar códigos secretos, no los hay, no busque fórmulas,  no trate de interpretar. Si la poesía lo conmueve,  es válida,  no tiene que entenderla.  “Nadie escribiría versos si el problema de la poesía fuera hacerse entender” decía Montale. Así que los poetas no buscan que los entiendan, escriben por vicio o por necesidad, o  ambas.  Ese es el vicio necesario del poeta: “escribir”.
Y es que un libro de poemas es un banquete, donde tanto el que escribe como el que lee,  se sirven a su antojo, cada uno ofrece  su verdad, cada uno aporta su experiencia.
Cuando lee un libro de poemas usted también lo escribe, lo vuelve a escribir. Nunca es el mismo libro, usted habrá hecho una recreación a partir  del original. Usted  también puede crear, es co-creador iniciándose, obrero maestro y participante del hecho creativo  y esa participación nos satisface.
Descubra que hay tras los tanteos del poeta, el nuevo yo siempre incorporado, el mismo, el nuevo mismo, el otro. Descubra las diversas maneras de estar en un poema, el placer, el movimiento, la ascendencia, el descubrimiento de lo ajeno y nuestro, la celebración. Saber que siente, que trae, que revela una metáfora, además de ser “lo mismo y  otra cosa”.
Sea parte del juego, lea salido de usted mismo con los ojos abortados y mírese desde afuera. Cuando lee, usted no es la imitación es el original. De alguna manera  influye en lo que está escrito. Lo que está en el poema, se magnífica en uno. Y lo que no, lo  que esta sugerido, lo que calla, es más  silencio que podemos completar con nuestro silencio.
Es su lectura, su manera de interpretar, lo que llenará esos “huecos” que ha dejado el que escribe. Los que están hechos de manera adecuada son los que logran trasmitir la maravilla del acto poético. Ellos son el espejo que refracta la creación. Cuando se lee,  se observa uno mismo y esa contemplación siempre nos deleita. El poeta Paul Celán definiría así el arte de la traducción. Como leer  poesía, oírla,  escribirla y hasta el que trata de comprenderla es siempre  un ejercicio de traducción. Así que traducimos siempre.  ¿Qué es lo real? Hasta qué punto nos acercamos a  la verdad. ¿Cuál verdad?  Lea, y su verdad será  también válida  y quedará  establecida. ¿Qué es lo íntimo? No hay diferencia para el hombre  de hoy para quien el universo y lo que lo rodea no es más una representación. Todo integrado al hombre, lo significativo y lo intrascendente. Todo importa menos y todo va a la poesía. ¿Estamos cambiando?  Puede ser, lo cierto es que se vive con otra percepción, con un sentido distinto del tiempo y del espacio.
Lea poesía, siéntese impulsado por el instinto y el enajenado vigor de las palabras. Ellas son más que soluciones imaginarias, ella son la existencia, son movimiento, ponen en marcha esa corriente luminosa, ese caudal de eternidad. Leer es el mejor camino para desandarnos de tanto dolor y malos momentos, Leer es resucitar, porque el hombre nuevo que hace  la poesía será un ser superior dotado de lealtades y una nueva conciencia, leer es haber vivido mucho tiempo, es aprender de otros, es repetirnos, y es multiplicarnos.
Me gustaría terminar  con un pensamiento de Ezra Pound: “Los poetas no son más que embajadores del mundo silencioso. Así balbucean, murmuran, se hunden en la noche del cosmos, hasta que finalmente se encuentran al nivel de las raíces donde se confundirán las cosas y las formulaciones. He aquí  por  qué la poesía tiene mucho más importancia que cualquier otro arte, que cualquier otra ciencia…
Lea poesía, mientras más sepamos de poesía mejor, la existencia está allí, en el mejoramiento humano.
PARA LOS POETAS
Un poeta –  diría Rimbaud- “Dará  algo más que la fórmula de su pensamiento” dejará huellas y sequiará  en busca de esa plenitud que necesita, en busca de la conciliación. Y advertía,   que ya no se trataba de una cuestión de género literario sino de actitud o, en todo caso, de lenguaje,  al proclamar: “la poesía no rimara más la acción: estará antes que ella”.  Estaba asegurando la creación de un lenguaje universal,  donde el poeta sería un multiplicador de progreso. ¿Videncia?
¿Habrá  llegado ese tiempo?  El tiempo magnífico de la siega y el progreso.  La mies es mucha y los obreros son pocos. Oren al amo de la mies (la poesía) que envíe más  trabajadores. Si, vendrán otros, muchos otros para dar continuidad, para seguir el cultivo de su propia alma y para rescatar al hombre de tanta ignorancia.
Existían dos especies de poeta para Oscar Wilde. Los primeros aportan las preguntas y los otros las respuestas, Como saber si el que pregunta nunca es el mismo que contesta, para él los menos comprendidos, los poetas que preguntan, son los que llegan tarde. Yo creo con total valides en esa poesía indagatoria e interrogante pero creo que lo que  nos llevará a la felicidad no serán las preguntas sino las respuestas. Las que hayamos sido capaces de encontrar a lo largo del camino.
En espera de ese tiempo, el poeta siempre está en la escalada, en su lucha feroz con el ángel, siempre insistirá, hasta que consiga la bendición final, aún en su cojera, le queda la fe para seguir, sosteniéndolo con un clamor definitivo. Y eso es el verso, lo que nos acerca a lo divino, derramándose como una anunciación de victoria, él es el que vence. Ha ascendido del abismo, ha conseguido inmortalidad.
El poema solo puede representar  lo que  ya  existe, Resuelve todas las contradicciones, vuelve a presentar la existencia desde su mirada y agudeza. La grandeza de un poeta es la cantidad de voces que incorpora a su yo, la multitud que acomoda en el  verso, su grandeza estará si es capaz de acercar la poesía a la vida y a los otros hombres.
En el poema, cifra y armonía, lo innumerable, la enormidad, lo inaudito y desconocido, fundiéndose, para permanecer. Palabras, palabras descoloridas, palabras llenas de encanto, inagotables, traen las formas del amor, una luminosidad.
“Una obra siempre está lejos de un fin”, ese carácter perpetuador le imprime a la poesía un sello.  El poeta padece una enfermedad por así decirlo que lo hace volver y volver al verso, él  estará  pensando siempre en las palabras. El incurable “síndrome del poeta”, el regreso eterno.  Nunca satisfecho, el eterno inconforme, volverá y volverá al verso, pensará en las palabras siempre.
Poesía para  tratar de encontrarnos, y en el silencio de esa  proximidad brotan palabras a veces sin sentido, palabras llenas de universos, palabras nuestras, las mejores que se nos dan, porque algunas parecen pertenecernos ya de tantas usarlas. Y son nuestras  y se acomodan en el verso por  impulso, sin ser conscientes muchas veces las repetimos, y se  nos vuelven recurrentes, ese sentido de pertenencia nos salva, somos fieles a ellas, no habrá renuncia. Ellas nos premian, para el poeta las palabras son el maná bendito. Él estará buscando siempre la equivalencia, el equilibrio, las palabras saludables, las sanas que edifican, las más audaces y las que están  en la sombra también.   El poeta no desecha nada, le interesan todas las palabras.  Pero las hay que nos empobrecen y  nos confinan a un espacio estrecho en el que apenas podemos movernos, las que  nos fijan siempre al suelo, las que nos hunden en el lodo,  aún esas,  no somos capaces de ignorarlas. Otras nos desarman y nos denudan frente a todos los hombres. Pero el poeta anda despojado de pudor, se siente Divino, las mezquindades carnales están lejos de él. El ama las palabras y la perfección, aun con sus pasiones y valores humanos. Ese volver  nos hace poetas, esa constante búsqueda de la palabra liberadora,  esa inconformidad nos enfrenta a la poesía,  la que está cerca de la perfección  y del origen, más cerca de la verdad incontaminada.
Cítenme unos buenos versos que hayan arruinado a un editor- decía Baudelaire, y a los que se entregan o se han entregado a la poesía les aconsejó no abandonarla jamás. Y termina diciendo: “Todo hombre sano puede pasarse dos días sin comer, sin poesía nunca” .
Odalys Interian es instructora del Taller de Creación Poética del Centro de Instrucción para la Literatura y el Arte.
Nuevo taller inicia el sábado 7 de diciembre de 2013.
Para reservar su cupo, por favor enviar un e-mail a poetasyescritoresmiami

NIHIL NOVUM SUD SOLE

NIHIL NOVUM SUD SOLE

Nos ha sido dado ceniza y fragancia
y una manera de recordar

Thomas Shapcot

Por Odalys Interian.

La poesía reclama su derecho a la primogenitura; es antes que el hombre, antes que el verbo, antes que el hágase la luz. Usando al hombre como instrumento nos deja la paradoja ¿Qué fue primero, el poeta o la poesía? Sabiendo que el poeta solo puede expresar lo que ya existe, lo que ya tiene existencia en sí, que, si existe la poesía es porque alguien la ha materializado, le ha dado un principio, y que él el creador que la expresa y vivifica. Entonces intuimos que la poesía estaba esperándolo, tenía existencia en el tiempo, era de antes, de mucho antes, antes de la materia, antes que el hombre. Increada, imperecedera, echa de la energía de Dios. Aplicándole la esencia de él, (la de Dios): Poesía es lo que no tiene principio, ni final, y es, desde la eternidad hasta la eternidad.

¿Si la poesía no pertenece al ámbito humano a qué la haremos semejante? ¿Por qué hablar de su comienzo, por qué augurarle un final? Marcarle sitio en el tiempo es hablar de la andadura del hombre por ella, nunca será nada lo que se diga, y nunca diremos la última palabra. La poesía pensó al hombre y lo iba a sobrevivir. El hombre sujeto a leyes, a normas en ocasiones rígidas, gusta encasillar, gusta decir “esto es lo demostrado” “esto es el concepto” Me vienen a la memoria los versos de Rilke: “Me aterra las palabras de los hombres, lo saben expresar todo tan claro, y esto se llama “perro” y esto “casa” el principio está aquí y allí está el final”.

La poesía no tubo comienzo, pero inicia las audacias, nos hace sentir humanos. Solo el hombre es capaz de sentir y expresar la belleza. Está claro que no contribuyó en ningún tiempo a la supervivencia del más apto, y que el arte seguirá siendo un fenómeno inexplicable que nos hace sentir superior e innegablemente únicos. Tenemos consciencia de nuestro ser, somos algo más que memoria, los recuerdos no están solamente almacenados, podemos  crear, analizar, apreciar, amar, usamos el lenguaje y  la capacidad de tratar con propiedades abstractas del sistema numérico.   Sostener que no existe lo que no pueda demostrarse científicamente es un error, es negar el espíritu del hombre, la poesía, la música, el amor. La ciencia no cuenta con los medios para responder todas las preguntas acerca de la existencia humana, la poesía tampoco; pero puede llenar el vacío que la ciencia no responde, porque esta se ocupa de lo mesurable; mientras la poesía tiene como misión crear nuevas realidades o descubrirlas, hallar un sentido con el no sentido poético, aumentar el mundo, es decir lo que es real, lo que existe por sí mismo, y además un “irreal” universo. Concordamos, la ciencia no es el único modo de llegar al conocimiento, y no podemos descartar la idea de un creador implantando en el hombre la necesidad por lo bello y lo espiritual, por los valores estéticos que tenemos y no explica la evolución. En el libro bíblico de Eclesiastés sé nos dice: que Dios puso la eternidad en la mente del hombre sin que el hombre entienda o alcance a descubrir lo que Él ha hecho. Podemos pensar la eternidad, y concebirla. Podemos planear, presentir, buscar, romper todos los códigos. De todos los hombres los poetas son los más notables, porque la poesía cambia la verdad establecida, por otra realidad desconocida que no pierde ni altera el sentido de la comprensión, cosas que no pudieran existir en la lógica, y donde la metáfora es la lógica de las cosas afín al sueño o a la locura. Para Aristóteles la poesía no se limita a las cosas como son y suceden sino ha como pueden ser y suceder, para él era preferible el imposible creíble a lo posible increíble, sostenía que cualquier imposible puede ser defendido por el efecto poético. El arte es imitación, lo sabemos, y en el arte están; la verdad poética y la verdad lógica, o ambas. Entonces poesía no es la realidad, pero tampoco es lo contrario. Y la irracionalidad de la eternidad defendida por mucho no es tal. La eternidad existe y el hombre la contempla y le canta. Poesía es eternidad.

Un poema es, aunque los pensamientos expuestos en él sean erróneos, en poesía no importan los absurdos, “poco importa describir a una cierva sin cuernos si se le describe bien” ( Celaya). El poema es lo que viene de lo efímero y busca eternizarse, es lo indefinible dentro de lo finito, desde la quietud lo que está en fluidez contante, es la fuerza que yace en un destello porque es también debilidad. Es lo que desciende para ser ensalzado, lo que puede morar en el abismo, en su descenso a los infiernos, y es presente, lo que se pone de pie venciendo la naturaleza de lo muerto. En él lo permanente como diría Hölderlin: “lo permanente lo fundan los poetas”. Pero la poesía también es camino, las cosas vuelven y nosotros con ellas, los poetas están siempre retrocediendo, y ese retroceso es también avance, pueden encontrar la verdad o no, pero nunca se darán por vencidos, no pueden callarse y si se callan, necesitan escribir su silencio, “Silencio atravesado por mundos y por ángeles a la manera de Rimbaud”.

El poeta no deja de intentar lo imposible, es un ser con misión, una especie de intermediario: nombra, revela y revelar es cambiar, ya sabemos que no es posible revelar sin proponer un cambio, poesía como necesidad, para volver a lo que hay en ella de originaria y nunca agotada, a su juventud imperecedera y a la palabra como su medio de expresión. Sus virtudes germinativas son en esencia una subjetividad de una realidad en renovación permanente. El poeta imita el método de creación de Dios, es el gran matemático, ha creado una notación distintiva y un sistema propio con el que puede explicar y aprender, una fórmula sagrada que le permite revelar. El poeta descubre el mundo a través de otra apariencia, enfrenta una batalla con el lenguaje, contra la palabra esencial que revela lo existente y su verdadero sentido, contra la palabra común invalidada que en el intercambio pierde su significado, inventa un nuevo saber que puede estar, o no separado de la lógica.

“Nada hay nuevo bajo el sol” sentencia el Eclesiastés, todo lo que es ha sido, y lo que fue, volverá a ser, lo que es contiene mucho de lo que vendrá, por eso siempre estaremos llegando tarde. El poeta debe superar esa angustia, la de saber que otros se le adelantaron a decir en el tiempo, el poeta debe olvidar, debe ignorarlo todo, volver al génesis y comenzar a nombrar. Todo ha tenido existencia por tiempo indefinido, porque “no hay manera de contar lo que falta”. Virgilio López Lemus en su libro Aguas Tributarias pretende negar esta verdad, por qué Virgilio es poeta y son precisamente a los poetas a los que nos gustaría evadir esta realidad. Él alude en su libro para explicar que si hay cosas nuevas a los soles que nacen en el universo y a la nueva poesía; pero ¿Qué es lo nuevo? Esos soles existían, eran energía que luego fue transformada en materia, existían antes de ser revelados. ¿Y la nueva poesía? Los nuevos códigos, los nuevos soportes. El hombre llama nuevo al principio de un conocimiento ilimitado que está en expansión constante, cuando no hace sino descubrir un rayito de luz en toda esa vastedad que es el universo, intenta ofrecer un criterio de nuevo a una nueva visión. Pero ahí estaba todo antes de que él empezara a ver.

 

¿Qué es lo nuevo, lo experimental en la poesía actual? Poesía cibernética, holográfica, que apela a la gestualidad empleando nuevos códigos gráficos, plásticos incluso léxicos, su tesis la presencia del texto en un espacio vacío, una poesía que parece sorprendernos, que proclama el hastío de la tradición. ¿No es acaso un volver atrás, al arte de las cavernas? Esa manera de ordenar y producir símbolos no es puramente moderna, sabemos que en un tiempo las imágenes hablaron sin palabras, se expresaban y nos revelaban una historia, las notaciones no fueron siempre escritura, no contenían palabras, pero igual narraban. Esa forma abstracta de observación de una cultura simbólica altamente desarrollada a la que la escritura le debe mucho. Según esto, que diré ¿el hombre de las cavernas era desarrolladamente moderno? En esas culturas la producción de símbolos e imágenes era tan compleja como lo es hoy. Creado para vivir en sociedad el hombre “primitivo” producía y leía un conjunto de imágenes y símbolos, que demostraban nuestra necesidad de expresión, de fabulación. De todo esto aprendemos que los intentos por narrar, ese construir modelos para expresarse artísticamente, son inherentes al hombre. El arte es un don, un regalo y una herencia. Borges aseguraba que solo hay hecho estético cuando se lee o se escribe. Pero esas notaciones que sin ser escritura pueden leerse, son poesía que quizás hoy estamos aprendiendo a leer. ¿Estamos volviendo al arte primitivo?

 ¿Y la poesía actual? Repito, nunca ha habido más necesidad de poesía que ahora, nos adentramos en un mundo cada vez más turbulento, peligroso, y la poesía expresa esa turbulencia, expresa transformación de vida. Se vive y se escribe a prisa, es menester entonces como ya pedía Baudelaire: “que todos los golpes den en el blanco y que ningún disparo sea inútil”

¿ Y hay la poesía destructora de la poesía, que trata de des temporalizar el arte, de eliminar los elementos humanos, donde  el yo cambia por nosotros, pasando de una poesía interior a una abierta, histórica, poesía de catástrofe, de exteriores que exhibe la complejidad del hombre cotidiano, donde el poeta es protagonista y el mismo atestigua la pérdida de valores.

Poesía violenta, brutal, directa, no cuenta las sílabas, no persigue analogías sonoras, liberada de ritmo y de estructura clásica, pero que lleva analogía virtual y rítmica, contraria a la evasión; pero romántica, testimonia lo visto, incorpora la modernidad a la poesía regida por la ley de la simplicidad. Un mito exaltante, una explosión que quiere borrar de golpe toda visión poética, y donde la metáfora es el elemento decisivo. Es esto una nueva andadura, puede que sea lo que haga de ella algo centellante; pero ¿qué es lo nuevo? En ella sigue el hombre enfrentado a la vida, a sus nuevas circunstancias, a sus miedos a sus dudas existenciales, son sus angustias tomando universalidad, es el universo del caos, del sufrimiento, donde el hombre nuevo expone sus derrotas, su fracaso, su cansancio del mundo antiguo. ¿Es esto lo nuevo, la ruptura? puede el hombre desechar todos esos modelos antiguos? Octavio paz reflexionó acertadamente: “Saberse parte de una tradición implica saberse dentro de ella, lo cual tarde o temprano conduce a interrogarla y a veces a negarla. Desde la poesía no hay contradicción la contradicción somos nosotros, donde lo irracional siente el compromiso con lo racional y viceversa para fusionar lo real y lo absurdo. La poesía niega para afirmar “No hay nada nuevo bajo el sol”. Thiago de Melo a dicho admirablemente: “no importa que hablemos tanto siempre repetiremos”. Entonces si no hay nada nuevo, si todo se ha dicho, si algún día no habrá memoria nuestra, si nada hemos logrado, si poesía es una manera de escribir o de leer también en los silencios, y toda la escritura y la lectura no pueden contenerla, cabría decir entonces que escribimos porque ignoramos.

domingo, 13 de diciembre de 2015


Tú y yo

 solemnizados

 en la audacia

 en ese estertor

 de rotundos silencios

 viciando la vida

 lo perenne en su sigilo

 y tormenta

 Trayendo lo muerto

 a esa perfecta lluvia

 que germina

 Llenando esa canasta

 de sílabas y noches

 de pájaros en su ofrenda

 de vuelos felices

 Llenando el amor

 esa cifra en su medida

 de recíproca hondura
 
 
 
Odalys Interián
imagen tomada de la red



Me acerco

 a ese verano limpio de tu boca

 donde resbala el pájaro

 y la luz

 y toco la palabra

 sus racimos de gloria

 cruzo el océano de esa fiebre

 los enjambres luminosos

 de tu sed

 y vuelvo al tiempo numeroso de tu sílaba

 a esos otoños

 viciado por la luz y la intemperie

 a esa blancura de los mármoles

 que nacen en la lluvia

 

 Me acerco al sol

 a tus piedades

 a ese silencio rojo de tus manos

 donde me quedo

 ardiendo como un pez

 frío y sonámbulo

 

 Odalys Interian

 imagen tomada de la red

Busca el aire en mi palabra

 la nuez oscura

 de los vientos memoriosos

 el temblor del verano

 que se acerca...

 la doliente luz

 todo encerrado

 en su círculo

 la fija ceniza

 que enterará a los pájaros

 y las certidumbres

 

Siega esa mordaza

 bajo el signo

 de la espera

 Y búscame

 en los retoños

 empequeñecida

 en ese rastro del polvo

 yaciendo

 bajo el triste

 homenaje de la noche

 y los silencios

 

Odalys Interian
imágenes tomadas de la red
Imagen tomada de la red 



Hay tantas luciérnagas

tanta claridad en ti

que ya no importa el sol

ni la memoria

ni el trazo de la muerte

sobre el péndulo

 

Hay tanto duelo en ti

tanto diluvio

atravesando el fruto

y la codicia

 

Hay tanta noche

despoblándose

tanta lluvia en el temblor

y las palabras

Ya nada importará

más que tu sombra

y ese aire

que ordena los abismos.

 
Nada me retiene
estoy en el vuelo
en ese circo y disloque
del corazón
que mide en su mímica
el deseo
En ese baile de libertades
oficiando
silbadora de la vida
en su retórica
Voy en el disparo
atando señales
lo disperso y tremendo
de las luces
en su fría marea
de holocaustos



Odalys Interian

domingo, 15 de noviembre de 2015

LO EVIDENTE


LO EVIDENTE

Lo evidente vendría después de aquella mirada, de aquel gesto de los ojos retorcidos por el gusto feliz de quien descubre el amor, estaba  a solo un paso, lo habías encontrado de casualidad en esa etapa de tu vida en la que creías  no valdría la pena intentarlo. Como si el amor tuviera edad, o  le importara el tiempo. Siempre fuiste  muy crédula; pero ahora no, cuarenta años te habían enseñado a dudar, a desconfiar de todo. Cuarenta años y el Moro, ese sí, con su prepotencia machista y su narcisismo. El Moro y  Ernesto y Juan y Pedro y Osvaldo, y “el cana”, el Migue y toda esa larga lista de hombres que agotaron tu suerte y siguieron  explotándote  hasta el cansancio  y te convencieron que el amor era un cuento y que no existen los finales felices. Y cargas esa resignación  olvidándote   de todo, olvidándote de  amar  y  hasta de ti  misma.

Claro  sin amor uno termina por anularse, se vuelve insignificante, y ya ni   importa teñirse las canas, ni que  las uñas crezcan descuidadas, ni importan que se ahonden esas ojeras, porque dormir para que, si no habrían sueños felices. Y hasta dejas de leer  y  estas tan aburrida,  que el tiempo no pasa. Y lo que quieres es que pase y se agote y se vuelva pequeño para arrullarlo como esos ojos que ahora te miran desenfadados, que se agrandan para ti. Y conoces esa mirada, ese sentido de pertenencia viril que se esconde tras la sonrisa.   Porque  sonríe, y te sonríe la vida con otro color, y tú percibes ese instante en que todo gira y  da vueltas alrededor tuyo. Porque era  una bendición caída del cielo encontrar el amor en esta parte de la vida en que andas así sin esperanzas,  casi a ciegas, tanteando mucho, desconociendo la dicha de andar acompañada. Encontrarlo allí,  en medio de una nada pestilente, entre el bullicio y el humo de cigarrillos. Entre una multitud que se va apagando poco a poco, y donde solo están tú y él.

Encontrarlo en un bar de mala muerte, y saber que es él, el esperado, el que esperaste siempre,  porque nunca es tarde y  porque la vida siempre  te sorprende. Es tímido,  a los tímidos los conoces bien, ellos miran nerviosamente una y otra vez antes de pronunciar palabra. Por eso tomas la iniciativa y te sientas frente a él y lo invitas a que beba y  bebe de tu vaso, y se termina el trago y sigue  sonriendo. Y esa sonrisa la conoces, es la antesala, el preámbulo para luego estar así bailando juntos.  Tan juntos los cuerpos que puedes escuchar el latido alborotado  de su pecho, tan juntos que ahora son uno en un movimiento nervioso  bajo un farol que titila. Es tímido por eso le robas el beso, y lo nombras y él se deja llevar, y le dices Manuel y no le importa, y lo llamas Juan  y acepta los nombres, se va sumando a todos, con esa soltura nueva, con un estremecimiento entonces,  con esos ojos que te clavan a la pared. Ojos profundos que te miran de una  manera rara y desconocida. Y sientes un revoloteo de palomas a tu alrededor y  vez  como todo se ilumina. Y así como si flotaras, porque el cuerpo se ha vuelto liviano.  Eso es amor y lo sabes. Encontrarlo ahí, en esa especie de limbo donde creías no se podía encontrar nada bueno.

Encontrarlo en una sola noche, a la vuelta de la esquina, eso era suerte, la que siempre te había faltado, pero ahora no más. Ahora que puede  importarte que la noche se vuelva más oscura, tú ya tenías una vela, un rayito de claridad para alumbrarte. Se acabó el andar rodando, porque al fin, el premio gordo,  el billete de lotería, un joven apuesto, corpudo, musculoso además, de mirada aguda, y de unos ojos tremendos, con un brillo estancado, que te devolvía a la vida. Ya nada tendría  ese amargo sabor de la soledad. Porque lo encuentras casi sin proponértelo, sin buscarlo. Y te deja idiotizada. 
Y las palabras saltándole como música  y te lo dice así en el oído, con ese calor que derrite toda la nieve que hay en el corazón, bajito  para que nadie escuche, el muy tímido susurrándote, y  lo miras, sintiendo esa frialdad  que cala hasta los huesos, porque otra vez esa mirada se ha vuelto penetrante, cautivadora. Y no puedes desistir, no, no puedes negarte.

Siempre eran más jóvenes que tú,   por lo atractiva, porque después de todo no te maltrataron los años, ni esa vida a la que tenías que agradecerle ahora que pusiera frente a ti a ese joven de mirada enigmática, de una espalda tan ancha que no puedes abarcar en un abrazo. Y ya están en la calle como te pidió, porque quiere estar solo contigo.  Se ha vuelto impaciente, ha ido poco a poco perdiendo la timidez.

Y te abraza y ese abrazo no lo has tenido nunca.  Es  un abrazo distinto,  uno que no acaba como si quisiera romperte,  y casi  ni te deja respirar. Te abraza con todo su cuerpo inmovilizándote,  sientes la opresión tan fuerte sobre ti,  y esos  brazos  que no paran de apretarte,  te cercan,  tiran de ti con fuerza, con mucha fuerza sin que puedas zafarte y al principio te hace gracia el  juego de querer fundirte contra él, hasta que se te acaban las fuerzas. Te enrosca como  una serpiente apretándote más y más  en un abrazo prolongado. Y está engulléndote, y te agotas y te deja sin aliento, le  dices que pare, que ya, que es suficiente, que está dañándote y no le para.  Y otra vez esa mirada te corta el ritmo de un tajo, te quita los deseos de reír.  Esos brazos te someten  sin que puedas negarte,  te arrastran sin que puedas hacer nada, y te obligan  a entrar en su auto.
Y estás preocupándote mucho y  más ahora cuando  no consigues  abrir la ventanilla que ha cerrado de  golpe. Asustándote mucho,  porque se ha vuelto sordo y no escucha tus gritos, ni todos esos nombres con que lo llamas  para que se detenga. Emilio, Ernesto, Paco, no, no responde, tampoco escucha tus súplicas, ni le importa ese pataleo frenético, ni esos arrebatos de histérica, y lo único que consigues es que te pegue,  porque te pega para que te calles, mientras el carro se aleja en toda esa oscuridad de la madrugada que  recién comienza, mientras el auto se sigue adentrando en ese callejón que no lleva a ninguna parte que no sea a ese basurero  donde encontraron una chica muerta hace solo unas semanas atrás.