Tu acierto fue
amarme
cuando la luz en
su desgaje infeliz
cortaba de un
tajo los inviernos
y yo era la sed
lo lamido por el
fuego
y la memoria
Te esperaba mi
sangre
acudían mis
gaviotas
a ese llamado
tú eras la
fuerza
lo bendito
amparándome de
mí
de los infiernos
que hay en las
soledades
Tu acierto fue
adivinarme
bajo el escombro
y el rocío
bajo la fría
lápida
del miedo
te esperaba mi
temblor
ese pacifico
vaivén
de aves y
palabras
y fue lo abierto
de tu mano
y la ternura
recogiéndome
trayendo un
plazo
y un convite
trayendo el amor
y lo domado
y curabas las
heridas
esa desazón con
que la muerte premia
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