Me ganan tus
sombras, por eso cierro los ojos; por eso y porque cuando estás prefiero la
oscuridad para pensarte. Y te quedas en ese otro abismo que es el silencio. Y
sigo juntándote a mi vértigo y desvelo, y sigues derramándote como un triste
ciprés, frío y desamparado como la muerte.
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