ULTIMAS LUCES
Estas no deberían ser las últimas luces, ni este el último aire. ¡Dios mío, tengo 14 años¡ No debería estar en esta azotea, ni tampoco haber huido de casa. ¡Mamá enloquecerá¡ de cualquier forma enloquecerá.
A esta edad jamás piensas que algo pueda ser lo último,
debería estar haciéndote ilusiones con un mundo maravilloso. Una debería poder
pensar en los chicos, en el primer beso sin sentir esta repugnancia odiosa y
ese nudo que va trizando y ahogando una a una todas las mariposas que nacen en
el estómago.
Y esperas tener
tu fiesta de quince mientras va
creciendo tu cabellera para ese adorno
de guirnaldas blancas.
Debería pensar con ilusión en la fiesta de fin de curso, en todas las sorpresas que prepararía mamá, y jugar a adivinar el color de mi vestido, y por fin, ¡mis primeros tacones¡ Pobre mamá, tantos sueños conmigo, y tantas ilusiones que terminó agobiándome, jamás podre complacerla, no soy fuerte como ella.
Debería pensar con ilusión en la fiesta de fin de curso, en todas las sorpresas que prepararía mamá, y jugar a adivinar el color de mi vestido, y por fin, ¡mis primeros tacones¡ Pobre mamá, tantos sueños conmigo, y tantas ilusiones que terminó agobiándome, jamás podre complacerla, no soy fuerte como ella.
Debería pero no, hoy he mirado como adulto y todo es
terrible, todo me liga a esa impresión fastidiosa de que todo seguirá
empeorando hasta el final. De que no iras a ningún lado, no importa cuánto
esfuerzo pongas, ni cuanta resistencia, porque siempre sucede lo inevitable.
Porque todo es, para precipitarse a un fin, a un mismo fin y no importa lo que
hagas, no cambiarás las cosas.
Por eso estoy
aquí, anticipándome, resuelta a ganarle a Dios; pero está ese mareo que me
producen las alturas, el vértigo, el aire frío y tremendo que se mete en los
pulmones. Y está ese maldito pensamiento en la muerte. No, no debería pensarla,
pero la pienso.
Pensar la
muerte, ir deshilándose en ese sentimiento de la caída, en ese abandono en que
el cuerpo no puede resistirse, flotar un momento, hasta que todo se vuelve
impalpable, hasta que eres una con las cosas, aérea, distante.
No debería mirar
hacia abajo, me mareo, y si hay algo que no soporto es estar mareada, por eso
una a una tomaba las píldoras y las vertía en el retrete, no soporto esa sensación de
pérdida de control, esa enajenación
donde pierdes la voluntad, Prefería mil veces sufrir todas las depresiones.
Morir es eso. Acabo de descubrir que morir duele, la idea de la muerte es más que una representación, está en nosotros, puedes palparla y saber cómo será ese minuto final, ese choque contra el asfalto, donde tu sangre estalla, donde tu cuerpo fragmentado y todas tus partes estarán expuestas a la lástima y a la contemplación.
No sé si fue el brillo de las luces, algo fue. Quizás traer la muerte para hacerla real, traerla para luego odiarla, o pensar en mamá, algo fue liberándome de ese mal deseo, de esta debilidad.
O fueron las luces, mirarlas así de frente cambia las cosas, algo se va organizando cuando piensas en ellas y las miras así desprendidas, elevándose sobre todo con una impunidad, parpadeando ajenas en ese espacio único desde donde resisten. Ellas son más que un color, una energía bulliciosa, una manera de alegrar la oscuridad, de alegrarme, ellas son lo vivo y son ya una invitación a vivir.
Morir es eso. Acabo de descubrir que morir duele, la idea de la muerte es más que una representación, está en nosotros, puedes palparla y saber cómo será ese minuto final, ese choque contra el asfalto, donde tu sangre estalla, donde tu cuerpo fragmentado y todas tus partes estarán expuestas a la lástima y a la contemplación.
No sé si fue el brillo de las luces, algo fue. Quizás traer la muerte para hacerla real, traerla para luego odiarla, o pensar en mamá, algo fue liberándome de ese mal deseo, de esta debilidad.
O fueron las luces, mirarlas así de frente cambia las cosas, algo se va organizando cuando piensas en ellas y las miras así desprendidas, elevándose sobre todo con una impunidad, parpadeando ajenas en ese espacio único desde donde resisten. Ellas son más que un color, una energía bulliciosa, una manera de alegrar la oscuridad, de alegrarme, ellas son lo vivo y son ya una invitación a vivir.
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