miércoles, 30 de diciembre de 2015
“Adonis: El Poeta en el centro de la visión” por Odalys Interián
al oírlo han alzado su techumbre de lluvia.
y se han aproximado.
Para dejar su rostro
_como verde campana_
encima de nosotros.
Adonis: El Poeta en el centro de la visión
Yo estoy aquí / las flores acopiando / excitando los árboles
extendiendo los cielos como pórticos / y amo, / vivo /y nazco / en mis palabras.
Yo estoy aquí/ juntando mariposas / bajo el limpio dosel de la mañana
recogiendo los frutos./ compartiendo la noche con la lluvia
en el mar,/ en la nube y sus campanas
Aquí estoy/ acarreando,/ anclando las estrellas.
alzándome a mí mismo / en monarca del tiempo
y que, bajo mis párpados se rompe / En mi piel de cerámica,
un jinete infantil / que anuda sus caballos
Con los cables del viento, / las sombras de los ramos,
y que con voz profética nos canta /
¡Oh vientos¡ / ¡Oh niñez¡
¡Largos puentes de llantos / tras los párpados, rotos¡
No me han visto / Lentamente / Viniendo / Desde allá
En medio del cortejo de holocaustos / Con el rayo y la hierba entre los pies
Y mañana…/ Mañana / En el fuego y la dulce primavera
Sabrás que voy matando la manada / Que transporto la semilla.
Y en mí crecerán tus ojos / Mañana sí mañana
Mi mapa es una tierra sin creador
La negación de todo mi evangelio
A la braza / A los vientos, /Al planeta en los cielos detenidos / A la muerte / A la peste
Quemar en el incienso / mis días blancos,/ mis cantos, / mi cuaderno.
La tinta y el tintero / Rezar a cualquier cosa / Que ignoré que es rezar
Odalys Interián. Nació en la ciudad de La Habana. Poeta, narradora y crítica. Impartió en Cuba varios talleres de creación con niños y jóvenes, y por algún tiempo el taller de adultos Olga Alonso, de san Miguel de Padrón. Durante su carrera literaria ha recibido importantes premios, entre los cuales figuran: Premio en los talleres municipales y provinciales los géneros de décima, poesía, cuento y ensayo. Primera mención en el Francisco Manzano 2004 y en el Alfredo Torroella 2005. Premio ene l concurso “Soy el amor soy el verso 2005”, además de la primera mención en el 2004 en ese mismo concurso. Premio en el concurso nacional Camello Rojo 2005. Premio en el concurso Alfredo Torroella 2006. Mención especial en el concurso Juan Francisco Manzano del 2006. Poemas suyos aparecen en varias antologías dentro y fuera de Cuba, “Espacio Mínimo”, “Cuba 2008 y Nacieron en La Habana”, Ecuador 2009. Además de un cuaderno publicado por la editorial Extramuros 2008. Graduada del Diplomado Historia y práctica de la creación poética 2007.
¿Le gustaría saber cómo y por qué se escribe poesía? por la poeta Odalys Interián
UNA INVITACIÓN A LEER POESIA
La crítica es inseparable de la poesía, y esta hace de la crítica una negación. La poesía le impone a la crítica una tensión más severa, es tan maravillosa que ningún instrumento sirve para medirla, mucho menos un juicio individual o colectivo podrá jamás encasillarla o definirla. Y es tan difícil dominarla con una mirada. Hay tanto misterio y tanta hondura, tanta sinergia y racionalidad, tanta luz y tanto universo. Todo argumento crítico tiene algo de ficción, también la poesía. Todo vuelve al verso conciliándose a la naturaleza que en el poema perpetuamente crea y recrea, mata y resucita las realidades nuestras. El único logro de la crítica se ha dicho que es que nos ayuda a enfocar la mirada y el oído.
¿Le gustaría saber cómo y por qué se escribe poesía? ¿Quiere acercarse al ser, y descubrirse usted mismo? ¿Quiere aportarle a lo escrito su experiencia y vivencia? Lea poesía, la que le guste, o la que lo emocione; pero lea despreocupado, no trate de descifrar códigos secretos, no los hay, no busque fórmulas, no trate de interpretar. Si la poesía lo conmueve, es válida, no tiene que entenderla. “Nadie escribiría versos si el problema de la poesía fuera hacerse entender” decía Montale. Así que los poetas no buscan que los entiendan, escriben por vicio o por necesidad, o ambas. Ese es el vicio necesario del poeta: “escribir”.
Y es que un libro de poemas es un banquete, donde tanto el que escribe como el que lee, se sirven a su antojo, cada uno ofrece su verdad, cada uno aporta su experiencia.
Cuando lee un libro de poemas usted también lo escribe, lo vuelve a escribir. Nunca es el mismo libro, usted habrá hecho una recreación a partir del original. Usted también puede crear, es co-creador iniciándose, obrero maestro y participante del hecho creativo y esa participación nos satisface.
Descubra que hay tras los tanteos del poeta, el nuevo yo siempre incorporado, el mismo, el nuevo mismo, el otro. Descubra las diversas maneras de estar en un poema, el placer, el movimiento, la ascendencia, el descubrimiento de lo ajeno y nuestro, la celebración. Saber que siente, que trae, que revela una metáfora, además de ser “lo mismo y otra cosa”.
Sea parte del juego, lea salido de usted mismo con los ojos abortados y mírese desde afuera. Cuando lee, usted no es la imitación es el original. De alguna manera influye en lo que está escrito. Lo que está en el poema, se magnífica en uno. Y lo que no, lo que esta sugerido, lo que calla, es más silencio que podemos completar con nuestro silencio.
Es su lectura, su manera de interpretar, lo que llenará esos “huecos” que ha dejado el que escribe. Los que están hechos de manera adecuada son los que logran trasmitir la maravilla del acto poético. Ellos son el espejo que refracta la creación. Cuando se lee, se observa uno mismo y esa contemplación siempre nos deleita. El poeta Paul Celán definiría así el arte de la traducción. Como leer poesía, oírla, escribirla y hasta el que trata de comprenderla es siempre un ejercicio de traducción. Así que traducimos siempre. ¿Qué es lo real? Hasta qué punto nos acercamos a la verdad. ¿Cuál verdad? Lea, y su verdad será también válida y quedará establecida. ¿Qué es lo íntimo? No hay diferencia para el hombre de hoy para quien el universo y lo que lo rodea no es más una representación. Todo integrado al hombre, lo significativo y lo intrascendente. Todo importa menos y todo va a la poesía. ¿Estamos cambiando? Puede ser, lo cierto es que se vive con otra percepción, con un sentido distinto del tiempo y del espacio.
Lea poesía, siéntese impulsado por el instinto y el enajenado vigor de las palabras. Ellas son más que soluciones imaginarias, ella son la existencia, son movimiento, ponen en marcha esa corriente luminosa, ese caudal de eternidad. Leer es el mejor camino para desandarnos de tanto dolor y malos momentos, Leer es resucitar, porque el hombre nuevo que hace la poesía será un ser superior dotado de lealtades y una nueva conciencia, leer es haber vivido mucho tiempo, es aprender de otros, es repetirnos, y es multiplicarnos.
Me gustaría terminar con un pensamiento de Ezra Pound: “Los poetas no son más que embajadores del mundo silencioso. Así balbucean, murmuran, se hunden en la noche del cosmos, hasta que finalmente se encuentran al nivel de las raíces donde se confundirán las cosas y las formulaciones. He aquí por qué la poesía tiene mucho más importancia que cualquier otro arte, que cualquier otra ciencia…
Lea poesía, mientras más sepamos de poesía mejor, la existencia está allí, en el mejoramiento humano.
PARA LOS POETAS
Un poeta – diría Rimbaud- “Dará algo más que la fórmula de su pensamiento” dejará huellas y sequiará en busca de esa plenitud que necesita, en busca de la conciliación. Y advertía, que ya no se trataba de una cuestión de género literario sino de actitud o, en todo caso, de lenguaje, al proclamar: “la poesía no rimara más la acción: estará antes que ella”. Estaba asegurando la creación de un lenguaje universal, donde el poeta sería un multiplicador de progreso. ¿Videncia?
¿Habrá llegado ese tiempo? El tiempo magnífico de la siega y el progreso. La mies es mucha y los obreros son pocos. Oren al amo de la mies (la poesía) que envíe más trabajadores. Si, vendrán otros, muchos otros para dar continuidad, para seguir el cultivo de su propia alma y para rescatar al hombre de tanta ignorancia.
Existían dos especies de poeta para Oscar Wilde. Los primeros aportan las preguntas y los otros las respuestas, Como saber si el que pregunta nunca es el mismo que contesta, para él los menos comprendidos, los poetas que preguntan, son los que llegan tarde. Yo creo con total valides en esa poesía indagatoria e interrogante pero creo que lo que nos llevará a la felicidad no serán las preguntas sino las respuestas. Las que hayamos sido capaces de encontrar a lo largo del camino.
En espera de ese tiempo, el poeta siempre está en la escalada, en su lucha feroz con el ángel, siempre insistirá, hasta que consiga la bendición final, aún en su cojera, le queda la fe para seguir, sosteniéndolo con un clamor definitivo. Y eso es el verso, lo que nos acerca a lo divino, derramándose como una anunciación de victoria, él es el que vence. Ha ascendido del abismo, ha conseguido inmortalidad.
El poema solo puede representar lo que ya existe, Resuelve todas las contradicciones, vuelve a presentar la existencia desde su mirada y agudeza. La grandeza de un poeta es la cantidad de voces que incorpora a su yo, la multitud que acomoda en el verso, su grandeza estará si es capaz de acercar la poesía a la vida y a los otros hombres.
En el poema, cifra y armonía, lo innumerable, la enormidad, lo inaudito y desconocido, fundiéndose, para permanecer. Palabras, palabras descoloridas, palabras llenas de encanto, inagotables, traen las formas del amor, una luminosidad.
“Una obra siempre está lejos de un fin”, ese carácter perpetuador le imprime a la poesía un sello. El poeta padece una enfermedad por así decirlo que lo hace volver y volver al verso, él estará pensando siempre en las palabras. El incurable “síndrome del poeta”, el regreso eterno. Nunca satisfecho, el eterno inconforme, volverá y volverá al verso, pensará en las palabras siempre.
Poesía para tratar de encontrarnos, y en el silencio de esa proximidad brotan palabras a veces sin sentido, palabras llenas de universos, palabras nuestras, las mejores que se nos dan, porque algunas parecen pertenecernos ya de tantas usarlas. Y son nuestras y se acomodan en el verso por impulso, sin ser conscientes muchas veces las repetimos, y se nos vuelven recurrentes, ese sentido de pertenencia nos salva, somos fieles a ellas, no habrá renuncia. Ellas nos premian, para el poeta las palabras son el maná bendito. Él estará buscando siempre la equivalencia, el equilibrio, las palabras saludables, las sanas que edifican, las más audaces y las que están en la sombra también. El poeta no desecha nada, le interesan todas las palabras. Pero las hay que nos empobrecen y nos confinan a un espacio estrecho en el que apenas podemos movernos, las que nos fijan siempre al suelo, las que nos hunden en el lodo, aún esas, no somos capaces de ignorarlas. Otras nos desarman y nos denudan frente a todos los hombres. Pero el poeta anda despojado de pudor, se siente Divino, las mezquindades carnales están lejos de él. El ama las palabras y la perfección, aun con sus pasiones y valores humanos. Ese volver nos hace poetas, esa constante búsqueda de la palabra liberadora, esa inconformidad nos enfrenta a la poesía, la que está cerca de la perfección y del origen, más cerca de la verdad incontaminada.
Cítenme unos buenos versos que hayan arruinado a un editor- decía Baudelaire, y a los que se entregan o se han entregado a la poesía les aconsejó no abandonarla jamás. Y termina diciendo: “Todo hombre sano puede pasarse dos días sin comer, sin poesía nunca” .
Odalys Interian es instructora del Taller de Creación Poética del Centro de Instrucción para la Literatura y el Arte. Nuevo taller inicia el sábado 7 de diciembre de 2013. Para reservar su cupo, por favor enviar un e-mail a poetasyescritoresmiami
NIHIL NOVUM SUD SOLE
NIHIL NOVUM SUD SOLE
Nos ha sido dado ceniza y fragancia
y una manera de recordar
Thomas Shapcot
Por Odalys Interian.
La poesía reclama su derecho a la primogenitura; es
antes que el hombre, antes que el verbo, antes que el hágase la luz. Usando al
hombre como instrumento nos deja la paradoja ¿Qué fue primero, el poeta o la
poesía? Sabiendo que el poeta solo puede expresar lo que ya existe, lo que ya
tiene existencia en sí, que, si existe la poesía es porque alguien la ha
materializado, le ha dado un principio, y que él el creador que la expresa y
vivifica. Entonces intuimos que la poesía estaba esperándolo, tenía existencia
en el tiempo, era de antes, de mucho antes, antes de la materia, antes que el
hombre. Increada, imperecedera, echa de la energía de Dios. Aplicándole la
esencia de él, (la de Dios): Poesía es lo que no tiene principio, ni final, y
es, desde la eternidad hasta la eternidad.
¿Si la poesía no pertenece al ámbito humano a qué
la haremos semejante? ¿Por qué hablar de su comienzo, por qué augurarle un
final? Marcarle sitio en el tiempo es hablar de la andadura del hombre por
ella, nunca será nada lo que se diga, y nunca diremos la última palabra. La
poesía pensó al hombre y lo iba a sobrevivir. El hombre sujeto a leyes, a
normas en ocasiones rígidas, gusta encasillar, gusta decir “esto es lo
demostrado” “esto es el concepto” Me vienen a la memoria los versos de Rilke:
“Me aterra las palabras de los hombres, lo saben expresar todo tan claro, y
esto se llama “perro” y esto “casa” el principio está aquí y allí está el
final”.
La poesía no tubo comienzo, pero inicia las
audacias, nos hace sentir humanos. Solo el hombre es capaz de sentir y expresar
la belleza. Está claro que no contribuyó en ningún tiempo a la supervivencia
del más apto, y que el arte seguirá siendo un fenómeno inexplicable que nos
hace sentir superior e innegablemente únicos. Tenemos consciencia de nuestro
ser, somos algo más que memoria, los recuerdos no están solamente almacenados, podemos
crear, analizar, apreciar, amar, usamos
el lenguaje y la capacidad de tratar con propiedades abstractas del sistema numérico. Sostener que no existe lo que no pueda
demostrarse científicamente es un error, es negar el espíritu del hombre, la
poesía, la música, el amor. La ciencia no cuenta con los medios para responder
todas las preguntas acerca de la existencia humana, la poesía tampoco; pero
puede llenar el vacío que la ciencia no responde, porque esta se ocupa de lo
mesurable; mientras la poesía tiene como misión crear nuevas realidades o
descubrirlas, hallar un sentido con el no sentido poético, aumentar el mundo,
es decir lo que es real, lo que existe por sí mismo, y además un “irreal”
universo. Concordamos, la ciencia no es el único modo de llegar al
conocimiento, y no podemos descartar la idea de un creador implantando en el
hombre la necesidad por lo bello y lo espiritual, por los valores estéticos que
tenemos y no explica la evolución. En el libro bíblico de Eclesiastés sé nos
dice: que Dios puso la eternidad en la mente del hombre sin que el hombre
entienda o alcance a descubrir lo que Él ha hecho. Podemos pensar la eternidad,
y concebirla. Podemos planear, presentir, buscar, romper todos los códigos. De
todos los hombres los poetas son los más notables, porque la poesía cambia la
verdad establecida, por otra realidad desconocida que no pierde ni altera el
sentido de la comprensión, cosas que no pudieran existir en la lógica, y donde
la metáfora es la lógica de las cosas afín al sueño o a la locura. Para
Aristóteles la poesía no se limita a las cosas como son y suceden sino ha como
pueden ser y suceder, para él era preferible el imposible creíble a lo posible
increíble, sostenía que cualquier imposible puede ser defendido por el efecto
poético. El arte es imitación, lo sabemos, y en el arte están; la verdad
poética y la verdad lógica, o ambas. Entonces poesía no es la realidad, pero
tampoco es lo contrario. Y la irracionalidad de la eternidad defendida por
mucho no es tal. La eternidad existe y el hombre la contempla y le canta.
Poesía es eternidad.
Un poema es, aunque los pensamientos expuestos en
él sean erróneos, en poesía no importan los absurdos, “poco importa describir a
una cierva sin cuernos si se le describe bien” ( Celaya). El poema es lo que
viene de lo efímero y busca eternizarse, es lo indefinible dentro de lo finito,
desde la quietud lo que está en fluidez contante, es la fuerza que yace en un destello
porque es también debilidad. Es lo que desciende para ser ensalzado, lo que
puede morar en el abismo, en su descenso a los infiernos, y es presente, lo que
se pone de pie venciendo la naturaleza de lo muerto. En él lo permanente como
diría Hölderlin: “lo permanente lo fundan los poetas”. Pero la poesía también
es camino, las cosas vuelven y nosotros con ellas, los poetas están siempre
retrocediendo, y ese retroceso es también avance, pueden encontrar la verdad o
no, pero nunca se darán por vencidos, no pueden callarse y si se callan,
necesitan escribir su silencio, “Silencio atravesado por mundos y por ángeles a
la manera de Rimbaud”.
El poeta no deja de intentar lo imposible, es un
ser con misión, una especie de intermediario: nombra, revela y revelar es
cambiar, ya sabemos que no es posible revelar sin proponer un cambio, poesía
como necesidad, para volver a lo que hay en ella de originaria y nunca agotada,
a su juventud imperecedera y a la palabra como su medio de expresión. Sus virtudes
germinativas son en esencia una subjetividad de una realidad en renovación
permanente. El poeta imita el método de creación de Dios, es el gran
matemático, ha creado una notación distintiva y un sistema propio con el que
puede explicar y aprender, una fórmula sagrada que le permite revelar. El poeta
descubre el mundo a través de otra apariencia, enfrenta una batalla con el
lenguaje, contra la palabra esencial que revela lo existente y su verdadero
sentido, contra la palabra común invalidada que en el intercambio pierde su
significado, inventa un nuevo saber que puede estar, o no separado de la
lógica.
“Nada hay nuevo bajo el sol” sentencia el
Eclesiastés, todo lo que es ha sido, y lo que fue, volverá a ser, lo que es
contiene mucho de lo que vendrá, por eso siempre estaremos llegando tarde. El
poeta debe superar esa angustia, la de saber que otros se le adelantaron a decir
en el tiempo, el poeta debe olvidar, debe ignorarlo todo, volver al génesis y
comenzar a nombrar. Todo ha tenido existencia por tiempo indefinido, porque “no
hay manera de contar lo que falta”. Virgilio López Lemus en su libro Aguas
Tributarias pretende negar esta verdad, por qué Virgilio es poeta y son
precisamente a los poetas a los que nos gustaría evadir esta realidad. Él alude
en su libro para explicar que si hay cosas nuevas a los soles que nacen en el
universo y a la nueva poesía; pero ¿Qué es lo nuevo? Esos soles existían, eran
energía que luego fue transformada en materia, existían antes de ser revelados.
¿Y la nueva poesía? Los nuevos códigos, los nuevos soportes. El hombre llama
nuevo al principio de un conocimiento ilimitado que está en expansión
constante, cuando no hace sino descubrir un rayito de luz en toda esa vastedad
que es el universo, intenta ofrecer un criterio de nuevo a una nueva visión.
Pero ahí estaba todo antes de que él empezara a ver.
¿Qué es lo nuevo, lo experimental en la poesía
actual? Poesía cibernética, holográfica, que apela a la gestualidad empleando
nuevos códigos gráficos, plásticos incluso léxicos, su tesis la presencia del
texto en un espacio vacío, una poesía que parece sorprendernos, que proclama el
hastío de la tradición. ¿No es acaso un volver atrás, al arte de las cavernas?
Esa manera de ordenar y producir símbolos no es puramente moderna, sabemos que en
un tiempo las imágenes hablaron sin palabras, se expresaban y nos revelaban una
historia, las notaciones no fueron siempre escritura, no contenían palabras,
pero igual narraban. Esa forma abstracta de observación de una cultura
simbólica altamente desarrollada a la que la escritura le debe mucho. Según
esto, que diré ¿el hombre de las cavernas era desarrolladamente moderno? En esas
culturas la producción de símbolos e imágenes era tan compleja como lo es hoy.
Creado para vivir en sociedad el hombre “primitivo” producía y leía un conjunto
de imágenes y símbolos, que demostraban nuestra necesidad de expresión, de
fabulación. De todo esto aprendemos que los intentos por narrar, ese construir
modelos para expresarse artísticamente, son inherentes al hombre. El arte es un
don, un regalo y una herencia. Borges aseguraba que solo hay hecho estético
cuando se lee o se escribe. Pero esas notaciones que sin ser escritura pueden
leerse, son poesía que quizás hoy estamos aprendiendo a leer. ¿Estamos
volviendo al arte primitivo?
¿Y la poesía
actual? Repito, nunca ha habido más necesidad de poesía que ahora, nos adentramos
en un mundo cada vez más turbulento, peligroso, y la poesía expresa esa
turbulencia, expresa transformación de vida. Se vive y se escribe a prisa, es
menester entonces como ya pedía Baudelaire: “que todos los golpes den en el
blanco y que ningún disparo sea inútil”
¿ Y hay la poesía destructora de la poesía, que
trata de des temporalizar el arte, de eliminar los elementos humanos, donde el yo cambia por nosotros, pasando de una
poesía interior a una abierta, histórica, poesía de catástrofe, de exteriores
que exhibe la complejidad del hombre cotidiano, donde el poeta es protagonista
y el mismo atestigua la pérdida de valores.
Poesía violenta, brutal, directa, no cuenta las
sílabas, no persigue analogías sonoras, liberada de ritmo y de estructura
clásica, pero que lleva analogía virtual y rítmica, contraria a la evasión;
pero romántica, testimonia lo visto, incorpora la modernidad a la poesía regida
por la ley de la simplicidad. Un mito exaltante, una explosión que quiere
borrar de golpe toda visión poética, y donde la metáfora es el elemento
decisivo. Es esto una nueva andadura, puede que sea lo que haga de ella algo
centellante; pero ¿qué es lo nuevo? En ella sigue el hombre enfrentado a la
vida, a sus nuevas circunstancias, a sus miedos a sus dudas existenciales, son
sus angustias tomando universalidad, es el universo del caos, del sufrimiento,
donde el hombre nuevo expone sus derrotas, su fracaso, su cansancio del mundo
antiguo. ¿Es esto lo nuevo, la ruptura? puede el hombre desechar todos esos
modelos antiguos? Octavio paz reflexionó acertadamente: “Saberse parte de una
tradición implica saberse dentro de ella, lo cual tarde o temprano conduce a
interrogarla y a veces a negarla. Desde la poesía no hay contradicción la
contradicción somos nosotros, donde lo irracional siente el compromiso con lo
racional y viceversa para fusionar lo real y lo absurdo. La poesía niega para
afirmar “No hay nada nuevo bajo el sol”. Thiago de Melo a dicho admirablemente:
“no importa que hablemos tanto siempre repetiremos”. Entonces si no hay nada nuevo,
si todo se ha dicho, si algún día no habrá memoria nuestra, si nada hemos
logrado, si poesía es una manera de escribir o de leer también en los silencios,
y toda la escritura y la lectura no pueden contenerla, cabría decir entonces
que escribimos porque ignoramos.
La poesía reclama su derecho a la primogenitura; es
antes que el hombre, antes que el verbo, antes que el hágase la luz. Usando al
hombre como instrumento nos deja la paradoja ¿Qué fue primero, el poeta o la
poesía? Sabiendo que el poeta solo puede expresar lo que ya existe, lo que ya
tiene existencia en sí, que, si existe la poesía es porque alguien la ha
materializado, le ha dado un principio, y que él el creador que la expresa y
vivifica. Entonces intuimos que la poesía estaba esperándolo, tenía existencia
en el tiempo, era de antes, de mucho antes, antes de la materia, antes que el
hombre. Increada, imperecedera, echa de la energía de Dios. Aplicándole la
esencia de él, (la de Dios): Poesía es lo que no tiene principio, ni final, y
es, desde la eternidad hasta la eternidad.
¿Si la poesía no pertenece al ámbito humano a qué
la haremos semejante? ¿Por qué hablar de su comienzo, por qué augurarle un
final? Marcarle sitio en el tiempo es hablar de la andadura del hombre por
ella, nunca será nada lo que se diga, y nunca diremos la última palabra. La
poesía pensó al hombre y lo iba a sobrevivir. El hombre sujeto a leyes, a
normas en ocasiones rígidas, gusta encasillar, gusta decir “esto es lo
demostrado” “esto es el concepto” Me vienen a la memoria los versos de Rilke:
“Me aterra las palabras de los hombres, lo saben expresar todo tan claro, y
esto se llama “perro” y esto “casa” el principio está aquí y allí está el
final”.
La poesía no tubo comienzo, pero inicia las
audacias, nos hace sentir humanos. Solo el hombre es capaz de sentir y expresar
la belleza. Está claro que no contribuyó en ningún tiempo a la supervivencia
del más apto, y que el arte seguirá siendo un fenómeno inexplicable que nos
hace sentir superior e innegablemente únicos. Tenemos consciencia de nuestro
ser, somos algo más que memoria, los recuerdos no están solamente almacenados, podemos
crear, analizar, apreciar, amar, usamos
el lenguaje y la capacidad de tratar con propiedades abstractas del sistema numérico. Sostener que no existe lo que no pueda
demostrarse científicamente es un error, es negar el espíritu del hombre, la
poesía, la música, el amor. La ciencia no cuenta con los medios para responder
todas las preguntas acerca de la existencia humana, la poesía tampoco; pero
puede llenar el vacío que la ciencia no responde, porque esta se ocupa de lo
mesurable; mientras la poesía tiene como misión crear nuevas realidades o
descubrirlas, hallar un sentido con el no sentido poético, aumentar el mundo,
es decir lo que es real, lo que existe por sí mismo, y además un “irreal”
universo. Concordamos, la ciencia no es el único modo de llegar al
conocimiento, y no podemos descartar la idea de un creador implantando en el
hombre la necesidad por lo bello y lo espiritual, por los valores estéticos que
tenemos y no explica la evolución. En el libro bíblico de Eclesiastés sé nos
dice: que Dios puso la eternidad en la mente del hombre sin que el hombre
entienda o alcance a descubrir lo que Él ha hecho. Podemos pensar la eternidad,
y concebirla. Podemos planear, presentir, buscar, romper todos los códigos. De
todos los hombres los poetas son los más notables, porque la poesía cambia la
verdad establecida, por otra realidad desconocida que no pierde ni altera el
sentido de la comprensión, cosas que no pudieran existir en la lógica, y donde
la metáfora es la lógica de las cosas afín al sueño o a la locura. Para
Aristóteles la poesía no se limita a las cosas como son y suceden sino ha como
pueden ser y suceder, para él era preferible el imposible creíble a lo posible
increíble, sostenía que cualquier imposible puede ser defendido por el efecto
poético. El arte es imitación, lo sabemos, y en el arte están; la verdad
poética y la verdad lógica, o ambas. Entonces poesía no es la realidad, pero
tampoco es lo contrario. Y la irracionalidad de la eternidad defendida por
mucho no es tal. La eternidad existe y el hombre la contempla y le canta.
Poesía es eternidad.
Un poema es, aunque los pensamientos expuestos en
él sean erróneos, en poesía no importan los absurdos, “poco importa describir a
una cierva sin cuernos si se le describe bien” ( Celaya). El poema es lo que
viene de lo efímero y busca eternizarse, es lo indefinible dentro de lo finito,
desde la quietud lo que está en fluidez contante, es la fuerza que yace en un destello
porque es también debilidad. Es lo que desciende para ser ensalzado, lo que
puede morar en el abismo, en su descenso a los infiernos, y es presente, lo que
se pone de pie venciendo la naturaleza de lo muerto. En él lo permanente como
diría Hölderlin: “lo permanente lo fundan los poetas”. Pero la poesía también
es camino, las cosas vuelven y nosotros con ellas, los poetas están siempre
retrocediendo, y ese retroceso es también avance, pueden encontrar la verdad o
no, pero nunca se darán por vencidos, no pueden callarse y si se callan,
necesitan escribir su silencio, “Silencio atravesado por mundos y por ángeles a
la manera de Rimbaud”.
El poeta no deja de intentar lo imposible, es un
ser con misión, una especie de intermediario: nombra, revela y revelar es
cambiar, ya sabemos que no es posible revelar sin proponer un cambio, poesía
como necesidad, para volver a lo que hay en ella de originaria y nunca agotada,
a su juventud imperecedera y a la palabra como su medio de expresión. Sus virtudes
germinativas son en esencia una subjetividad de una realidad en renovación
permanente. El poeta imita el método de creación de Dios, es el gran
matemático, ha creado una notación distintiva y un sistema propio con el que
puede explicar y aprender, una fórmula sagrada que le permite revelar. El poeta
descubre el mundo a través de otra apariencia, enfrenta una batalla con el
lenguaje, contra la palabra esencial que revela lo existente y su verdadero
sentido, contra la palabra común invalidada que en el intercambio pierde su
significado, inventa un nuevo saber que puede estar, o no separado de la
lógica.
“Nada hay nuevo bajo el sol” sentencia el
Eclesiastés, todo lo que es ha sido, y lo que fue, volverá a ser, lo que es
contiene mucho de lo que vendrá, por eso siempre estaremos llegando tarde. El
poeta debe superar esa angustia, la de saber que otros se le adelantaron a decir
en el tiempo, el poeta debe olvidar, debe ignorarlo todo, volver al génesis y
comenzar a nombrar. Todo ha tenido existencia por tiempo indefinido, porque “no
hay manera de contar lo que falta”. Virgilio López Lemus en su libro Aguas
Tributarias pretende negar esta verdad, por qué Virgilio es poeta y son
precisamente a los poetas a los que nos gustaría evadir esta realidad. Él alude
en su libro para explicar que si hay cosas nuevas a los soles que nacen en el
universo y a la nueva poesía; pero ¿Qué es lo nuevo? Esos soles existían, eran
energía que luego fue transformada en materia, existían antes de ser revelados.
¿Y la nueva poesía? Los nuevos códigos, los nuevos soportes. El hombre llama
nuevo al principio de un conocimiento ilimitado que está en expansión
constante, cuando no hace sino descubrir un rayito de luz en toda esa vastedad
que es el universo, intenta ofrecer un criterio de nuevo a una nueva visión.
Pero ahí estaba todo antes de que él empezara a ver.
¿Qué es lo nuevo, lo experimental en la poesía
actual? Poesía cibernética, holográfica, que apela a la gestualidad empleando
nuevos códigos gráficos, plásticos incluso léxicos, su tesis la presencia del
texto en un espacio vacío, una poesía que parece sorprendernos, que proclama el
hastío de la tradición. ¿No es acaso un volver atrás, al arte de las cavernas?
Esa manera de ordenar y producir símbolos no es puramente moderna, sabemos que en
un tiempo las imágenes hablaron sin palabras, se expresaban y nos revelaban una
historia, las notaciones no fueron siempre escritura, no contenían palabras,
pero igual narraban. Esa forma abstracta de observación de una cultura
simbólica altamente desarrollada a la que la escritura le debe mucho. Según
esto, que diré ¿el hombre de las cavernas era desarrolladamente moderno? En esas
culturas la producción de símbolos e imágenes era tan compleja como lo es hoy.
Creado para vivir en sociedad el hombre “primitivo” producía y leía un conjunto
de imágenes y símbolos, que demostraban nuestra necesidad de expresión, de
fabulación. De todo esto aprendemos que los intentos por narrar, ese construir
modelos para expresarse artísticamente, son inherentes al hombre. El arte es un
don, un regalo y una herencia. Borges aseguraba que solo hay hecho estético
cuando se lee o se escribe. Pero esas notaciones que sin ser escritura pueden
leerse, son poesía que quizás hoy estamos aprendiendo a leer. ¿Estamos
volviendo al arte primitivo?
¿Y la poesía
actual? Repito, nunca ha habido más necesidad de poesía que ahora, nos adentramos
en un mundo cada vez más turbulento, peligroso, y la poesía expresa esa
turbulencia, expresa transformación de vida. Se vive y se escribe a prisa, es
menester entonces como ya pedía Baudelaire: “que todos los golpes den en el
blanco y que ningún disparo sea inútil”
¿ Y hay la poesía destructora de la poesía, que
trata de des temporalizar el arte, de eliminar los elementos humanos, donde el yo cambia por nosotros, pasando de una
poesía interior a una abierta, histórica, poesía de catástrofe, de exteriores
que exhibe la complejidad del hombre cotidiano, donde el poeta es protagonista
y el mismo atestigua la pérdida de valores.
Poesía violenta, brutal, directa, no cuenta las
sílabas, no persigue analogías sonoras, liberada de ritmo y de estructura
clásica, pero que lleva analogía virtual y rítmica, contraria a la evasión;
pero romántica, testimonia lo visto, incorpora la modernidad a la poesía regida
por la ley de la simplicidad. Un mito exaltante, una explosión que quiere
borrar de golpe toda visión poética, y donde la metáfora es el elemento
decisivo. Es esto una nueva andadura, puede que sea lo que haga de ella algo
centellante; pero ¿qué es lo nuevo? En ella sigue el hombre enfrentado a la
vida, a sus nuevas circunstancias, a sus miedos a sus dudas existenciales, son
sus angustias tomando universalidad, es el universo del caos, del sufrimiento,
donde el hombre nuevo expone sus derrotas, su fracaso, su cansancio del mundo
antiguo. ¿Es esto lo nuevo, la ruptura? puede el hombre desechar todos esos
modelos antiguos? Octavio paz reflexionó acertadamente: “Saberse parte de una
tradición implica saberse dentro de ella, lo cual tarde o temprano conduce a
interrogarla y a veces a negarla. Desde la poesía no hay contradicción la
contradicción somos nosotros, donde lo irracional siente el compromiso con lo
racional y viceversa para fusionar lo real y lo absurdo. La poesía niega para
afirmar “No hay nada nuevo bajo el sol”. Thiago de Melo a dicho admirablemente:
“no importa que hablemos tanto siempre repetiremos”. Entonces si no hay nada nuevo,
si todo se ha dicho, si algún día no habrá memoria nuestra, si nada hemos
logrado, si poesía es una manera de escribir o de leer también en los silencios,
y toda la escritura y la lectura no pueden contenerla, cabría decir entonces
que escribimos porque ignoramos.
domingo, 13 de diciembre de 2015
Imagen tomada de la red |