lunes, 22 de junio de 2020

LO QUE NACE DE LA MUERTE



LO QUE NACE DE LA MUERTE

 

Después de plantar su pica en Flandes con el libro Donde pondrá la muerte su mirada, de exquisita labor de orfebrería poética, era conjeturable que Odalys Interián habría invertido todas sus reservas en lo que atañe a un tema tan abrasivo como la muerte. No en balde la sorpresa y el deslumbramiento que ocasionan la aparición de este nuevo poemario, Te mueres, se mueren, nos morimos, desde cuya primera pieza, Homenaje, dedicada al reciente fallecimiento de Lilliam Moro, salta a la vista la fecundidad que aún está en condiciones de exhibir ante hechos tan tristes como el de: “Una poeta tendida ahí/en el espanto primero de la luz/en el naufragio sordo del silencio”.

 

Según Pessoa, en lo que nace, tanto podemos sentir lo que nace como pensar en lo que ha de morir. Odalys parece haberlo parafraseado con la creación de este nuevo poemario, sólo que invirtiendo los términos: en lo que muere, tanto podemos sentir lo que muere como pensar en lo que ha de nacer. Quizás no sea la única lectura posible, pero ninguna otra explica mejor por qué ha vuelto tan pronto sobre las andadas con la muerte. Y de qué forma, exprimiendo el lenguaje para succionar hasta sus últimas gotas de savia.

 

Consciente tal vez de que el acto de morir no constituye sino otro paso entre estos sombríos pedregales (y no necesariamente el último, ni el peor o el mejor, sólo el más triste para quienes quedan vivos), la poeta demuestra haberse encaminado hacia su nuevo careo con la muerte llevando por delante el plan de validar esa justa armonía entre dolor y esperanza que todo deceso nos deja. “Es ineludible reinventarse /ir hacia adentro/partir/repartir/un tramo de memoria/un resto de candor/dividirse/en esa ardua frontera/entre trueno y palabra”. Es un pormenor en el que creo notar cierta diferencia entre los dos libros. Mientras que Donde pondrá la muerte su mirada concede un mayor énfasis al desgarramiento, a la angustia por lo irremediable de lo que suponemos el fin de la existencia, Te mueres, se mueren, nos morimos, abre paréntesis a la resignación, se atiene más al confortante uso de la dialéctica, recurso mediante el cual llega incluso a ironizar, restando deliciosamente gravedad al tema: “Ni siquiera la muerte

nos acercará a la libertad/ni siquiera estar muertos/nos dará una apariencia gloriosa”.


Por lo demás, apenas resultan distinguibles otras disparidades entre estos dos poemarios. En ambos deposita la autora semejantes dosis de pasión. En ambos prevalece por igual el ritmo, el poder de síntesis y la consistencia del verso, aliñados con esa suerte de fuerza hipnótica que nos invita o nos impele a leer sin pausas. En los dos libros brilla idénticamente la profusa torrentera que tipifica todo el quehacer de Odalys. Casi podría decirse que Te mueres, se mueren, nos morimos, viene a ser el complemento perfecto de Donde pondrá la muerte su mirada. Pero en rigor, ninguno de estos libros necesita ser complementado. Son dos átomos con sus propios núcleos centrales y provistos para orbitar independientemente dentro de ese mágico organismo que es la poesía.

                                                                                                   José Hugo Fernández. 














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