lunes, 22 de junio de 2020

MUERTO VIVO EN SILKEBORG




Con MUERTO VIVO EN SILKEBORG, otra vez estamos invitados a una deliciosa lectura. Son 28 relatos (algunos muy breves), donde el autor consigue llevarnos de la mano, gracias a la claridad, el ritmo del lenguaje, el interés que despiertan los temas, el mensaje y la tensión y emoción que provocan la rapidez con que se desarrollan —sin ser superficiales— y logran recrear caracteres y ambientes, además de analizar los sentimientos más íntimos de sus personajes. En este conjunto, el autor no sólo nos muestra una realidad bien particular, sino que participa de ella. Con la recreación de sus pasiones e impresiones, parece contarnos su propia versión de la vida, sin perder esa mirada dramática y dinámica del mundo, pero menos sombría que la que describen sus contemporáneos. Impacta no sólo el argumento y la frescura de su narrativa, sino la forma en que logra comunicar lo que él desea, sin ataduras, ni estigmas, y donde sobresale la agudeza y sensibilidad del escritor, todo esto conjugado con una brillantez estilística y la limpieza de la espontaneidad...

Recomiendo leer este libro y en general a su autor, uno de los escritores más sobresalientes de la actual narrativa cubana, con más de una veintena de obras publicadas. Para mí en particular, es una de las personas más lúcidas e inteligentes que he conocido, y un creador que siempre sorprende y que además logra transmitir alegría con sus textos. El humor, en su caso, más que ser parte de un estilo, es una visión de la vida, un resorte que conlleva una actitud comprensiva, sonriente, benévola, paternal, (por ser la ternura una de sus divisas), capaz de aliviar el dolor y los ayes que nos acompañan, a la vez que nos hace reflexionar acerca de acontecimientos trascendentales de la existencia.  

                                                                                                                                     Odalys Interián. 



  

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